Tuesday, August 2, 2016


Actualicemos el idioma español
por Eugenio Rodríguez

El español, la lengua de Castilla medieval, de la España contrarreformista, de un país europeo que no experimentó la Revolución Industrial, ni se integró a la modernidad sino hasta desaparecer Franco, la lengua del realismo mágico, seamos francos, resulta un tanto torpe para describir la realidad primermundista en constante evolución, la nueva Era de la Información.
           Bien lo sabemos los traductores y escritores que nos ganamos la vida buscando correspondencia, muchas veces imposible, entre el inglés y el español. Y no solo se trata de la terminología, sino de la capacidad de concisión sintáctica de ese idioma de la modernidad: el inglés.
           Los idiomas reflejan la cultura. Y el inglés responde a una cultura democrática, antitética a las academias reales o no, responde al pragmatismo tecnológico. El resultado es una tendencia a sintetizar que no existe en español.
En cuanto a vocabulario, en inglés por esa inclinación cultural se busca la abreviación. Constantemente se acortan las palabras: lab para laboratory (laboratorio) y ad para advertisement (anuncio); o se combinan: webinar para web seminar y e-mail para electronic mail. ¿Por qué entonces, entre otros ejemplos, no usar ‘lab’ en español en vez de ‘laboratorio’, o ‘webinar’ en vez de ‘seminario web’? Ya se usa ‘e-mail’, aunque a regañadientes. Ah, sí, los anglicismos y el Spanglish amenazan al castellano, así como los ibéricos transformaron el latín vulgar.
Esa tendencia cultural a la abreviación la tenemos también en la sintaxis. En inglés contamos con estructuras gramaticales que permiten ser conciso, no así en español.
Para citar los casos más obvios. Tomemos el dedeo, o el uso tedioso, repetitivo de la preposición ‘de’ en español. En inglés tenemos dos formas adjetivales que no existen en español.
·        El uso de los sustantivos en calidad de adjetivos:
     The New York City Police Department (6 palabras) 
         
El Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York (10 palabras) 
    The e-mail from the ABC Insurance Company sales executive (9 palabras)
    El correo electrónico* del jefe de ventas de la Compañía de Seguros ABC
    (13 palabras)

·        Y como el gerundio tiene función de sustantivo en inglés, pues:
                   the high-school swimming class teacher (6 palabras)
                   el profesor de natación de la escuela secundaria (8 palabras)
            Se dirá que esta opción, tan común en inglés, es antitética al español, o sea, “suena mal”. Decir la mesa roble (‘the oak table’), qué raro, ¿no? Sin embargo, tal uso ya existe en español: el hombre rana, un esposa modelo, células madre   
Por tanto, por qué no generalizarla.         
Y en cuanto a que el gerundio en español funciona como adverbio y, como tal, no puede usarse como adjetivo al igual que en inglés. Pues sí, también tenemos excepciones en español del gerundio como descriptivo. Veamos:
     Alcánzame el agua hirviendo (boiling water).
     ¿Ves a esa señora llorando?” (the lady crying)    
    Se podrá decir que este segundo ejemplo es el de una oración subordinada de forma abreviada: ¿Ves a la señora (que está) llorando? Y esto nos trae al quequeo en español, el uso repetido del pronombre relativo ‘que’.
           En inglés, cuando el pronombre relativo no funciona como sujeto en la oración subordinada, entonces se puede prescindir de él.
          Por ejemplo: She is the lady (that) I talked to you about.
                               Ella es la señora de la que te hablé.
Y, además, en inglés tenemos el apóstrofo, otra posibilidad para prescindir de la preposición ‘of’ o ‘de’. Sí, ya se sabe que el apóstrofo no existe en español, pero por qué no integrarlo a la lengua como otra forma de concisión. Por ejemplo, por qué no decir d’aquel en vez de aquel. (Y sobre todo en los casos del enlace natural de dos palabras como en la lengua hablada, como l’amenaza y no la amenaza.)
Controlemos la pasión del nacionalismo cultural. Aquí no se trata de resistir el imperialismo lingüístico del inglés, porque de ser así los catalanes y los vascos, entre otros, tendrían razón en rechazar el imperialismo de la lengua castellana.
No hay idiomas inferiores, afirman los lingüistas. Cada lengua es insuperable para describir su propia realidad. Pero con la globalización surge una cultura supranacional, de fibra óptica, digitalizada, en línea, wifi (ya sé, wifi es un  sustantivo, pero, una vez más, por qué no usarlo como calificativo: la cultura wifi).  
Los que quieran conservar la vigencia del español, más allá de su importancia por la cantidad de personas que lo hablan, deben adecuarlo a los tiempos y no aferrarse a la pureza de sangre. De lo contrario seguiremos no ya en Macondo, pero siempre en provincia, nunca en la capital global. 

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