Actualicemos el idioma
español
por Eugenio Rodríguez
El español, la lengua de
Castilla medieval, de la España contrarreformista, de un país europeo que no
experimentó la Revolución Industrial, ni se integró a la modernidad sino hasta
desaparecer Franco, la lengua del realismo mágico, seamos francos, resulta un
tanto torpe para describir la realidad primermundista en constante evolución,
la nueva Era de la Información.
Bien lo
sabemos los traductores y escritores que nos ganamos la vida buscando
correspondencia, muchas veces imposible, entre el inglés y el español. Y no
solo se trata de la terminología, sino de la capacidad de concisión sintáctica de
ese idioma de la modernidad: el inglés.
Los
idiomas reflejan la cultura. Y el inglés responde a una cultura democrática,
antitética a las academias reales o no, responde al pragmatismo tecnológico. El
resultado es una tendencia a sintetizar que no existe en español.
En cuanto a vocabulario,
en inglés por esa inclinación cultural se busca la abreviación. Constantemente
se acortan las palabras: lab para laboratory (laboratorio) y ad para advertisement (anuncio); o se
combinan: webinar para web seminar y e-mail para electronic mail.
¿Por qué entonces, entre otros ejemplos, no usar ‘lab’ en español en vez de
‘laboratorio’, o ‘webinar’ en vez de ‘seminario web’? Ya se usa ‘e-mail’,
aunque a regañadientes. Ah, sí, los anglicismos y el Spanglish amenazan al
castellano, así como los ibéricos transformaron el latín vulgar.
Esa tendencia cultural a
la abreviación la tenemos también en la sintaxis. En inglés contamos con estructuras
gramaticales que permiten ser conciso, no así en español.
Para citar los casos más obvios. Tomemos el
dedeo, o el uso tedioso, repetitivo de la preposición ‘de’ en español. En
inglés tenemos dos formas adjetivales que no existen en español.
·
El uso de
los sustantivos en calidad de adjetivos:
The New York
City Police Department (6 palabras)
El Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York (10 palabras)
El Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York (10 palabras)
The e-mail from the ABC Insurance Company
sales executive (9
palabras)
El correo electrónico* del jefe de ventas de la Compañía de
Seguros ABC
(13
palabras)
·
Y como el
gerundio tiene función de sustantivo en inglés, pues:
the
high-school swimming class teacher (6 palabras)
el
profesor de natación de
la escuela secundaria (8 palabras)
Se dirá que esta opción, tan común en inglés, es
antitética al español, o sea, “suena mal”. Decir la mesa roble (‘the oak table’), qué raro, ¿no? Sin embargo, tal
uso ya existe en español: el hombre rana, un esposa modelo, células madre
Por tanto, por qué no generalizarla.
Y en cuanto a que el gerundio en español funciona como adverbio y, como
tal, no puede usarse como adjetivo al igual que en inglés. Pues sí, también
tenemos excepciones en español del gerundio como descriptivo. Veamos:
Alcánzame
el agua hirviendo (boiling water).
¿Ves a esa señora llorando?” (the lady crying)
Se podrá decir que este segundo ejemplo es
el de una oración subordinada de forma abreviada: ¿Ves a la señora (que está) llorando? Y esto nos trae al quequeo
en español, el uso repetido del pronombre relativo ‘que’.
En inglés, cuando el pronombre
relativo no funciona como sujeto en la oración subordinada, entonces se puede
prescindir de él.
Por
ejemplo: She is the lady (that) I talked
to you about.
Ella es la señora de la que te hablé.
Y, además, en inglés
tenemos el apóstrofo, otra posibilidad para prescindir de la preposición ‘of’ o
‘de’. Sí, ya se sabe que el apóstrofo no existe en español, pero por qué no integrarlo
a la lengua como otra forma de concisión. Por ejemplo, por qué no decir d’aquel en vez de aquel. (Y
sobre todo en los casos del enlace natural de dos palabras como en la lengua
hablada, como l’amenaza y no la amenaza.)
Controlemos la pasión del nacionalismo cultural. Aquí no se trata de
resistir el imperialismo lingüístico del inglés, porque de ser así los
catalanes y los vascos, entre otros, tendrían razón en rechazar el imperialismo
de la lengua castellana.
No hay idiomas inferiores, afirman los lingüistas. Cada lengua es
insuperable para describir su propia realidad. Pero con la globalización surge
una cultura supranacional, de fibra óptica, digitalizada, en línea, wifi (ya
sé, wifi es un sustantivo, pero, una vez más, por qué no usarlo
como calificativo: la cultura wifi).
Los que quieran
conservar la vigencia del español, más allá de su importancia por la cantidad
de personas que lo hablan, deben adecuarlo a los tiempos y no aferrarse a la
pureza de sangre. De lo contrario seguiremos no ya en Macondo, pero siempre en
provincia, nunca en la capital global.
# # #